Nací y crecí dentro de una gran familia (~500 personas).
Dentro de esa familia,
no todos llevábamos el mismo apellido
ni la misma sangre,
pero nos conocíamos todos muy bien
y aún sin saberlo, nos queríamos,
nos identificábamos los unos con los otros.
En cada celebración,
o en cada ocasión
triste,
siempre estábamos
juntos
para juntos trabajar,
cocinar,
adornar, bailar, reír,
llorar, criticar
El domingo era día de
reunión,
en los que se
platicaba de los acontecimientos
de la semana, quien
saldría de viaje,
quien se casaría
pronto, quien había enfermado.
Me emociona el
recuerdo de
cuando solíamos ir de
paseo
a algún río, a alguna
montaña
en los que los adultos
y niños
jugaban y cantaban
al sonido de una
guitarra
Ahora, nuestra familia
esta dispersa,
pues algunos tuvieron
que dejar la casa
pero aún nos
recordamos
y cada año, en
noviembre, regresamos
a Zacatlancillo,
nuestro hogar.
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